Aún así, nunca es tarde para reconectar. Una simple llamada puede traer una gran cantidad de alegría tanto para la persona que la recibe como para quien la hace.
Los juicios nos alejan de la experiencia presente y nos enredan en pensamientos negativos que no nos sirven. Pero cuando aprendemos a aceptar lo que es, sin querer cambiarlo, descubrimos que podemos encontrar una paz interior que antes parecía imposible.
La respiración no solo es vital para nuestra supervivencia, sino que también es una fuente de energía y conexión con el momento presente y con la divinidad.
Amar y valorarnos a nosotras mismas no es algo que ocurre de la noche a la mañana; es un compromiso constante, un viaje de reconectar con nuestra esencia, de aceptarnos en todas nuestras formas, y de comprometernos con nuestro bienestar.
La rutina puede convertirse en una especie de zona de confort. Es ese espacio donde nos sentimos seguros porque sabemos qué esperar. Pero, con el tiempo, esta zona puede volverse más una jaula que un refugio.
Cuando nos centramos, encontramos paz en medio de la tormenta. Estar en el presente te permite experimentar la vida de una forma más auténtica, con menos estrés y más gratitud.